Mi padre me descubrió hace un par de semanas jalándome la reata. Me dio mucha pena, pero no le molestó cuando me cachó jalándole el cuello al ganso, sino cuando le confesé que todavía lo hacía porque nunca le había metido el chile a ninguna morrilla. Ahí si se encabronó y dijo que él solucionaría eso. Dicho y hecho, esa misma noche me dijo que me diera un buen baño y me arreglara que porque lo iba a acompañar. Llegamos a casa de una comadre de él, que es viuda casi desde el momento en que se casó, que me recibió en bragas. Se me puso bien dura de inmediato y casi me lanzó como una bestia contra ella, pero entre ella y papá me enseñaron a cogerme sabroso a una morra sin terminar demasiado rápido, pero en eso papá se excitó y todo acabó así…