Seduciendo a mi jefe casado que me empina en la oficina

Yo siempre, siempre, critiqué a esas “putas” que se metían con
hombres casados sabiendo que lo son. Pero bien dice el dicho que “de lo que
huyes, mueres”, o mejor aún, “nunca digas de esa agua no he de beber”, porque
ahora estoy metida en un buen lío. El hombre consiguió conquistarme pese a que
siempre supe que su mujer está panzona, pero ver ese buen trozo de chorizo tieso
y sentirlo de vez en cuando en mi colita, duro como piedra, deseándome mientras
sus manos cruzaban la raya y se colaban a mi rajita mojada, no pude controlarme
más mientras mi cerebro decía “no lo hagas”, mi panocha que se chorreaba sólo
decía “ábrete y vuelvéte su puta, sabes que lo deseas”

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